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Los Secretos de las Camelias

Secretos

Yo llevaba más de media hora esperando en la cafetería y nadie se había fijado en mí. Sin embargo en cuanto ella entró todos los ojos se volvieron a mirarla. Llevaba una cazadora de cuero negra, una camiseta de tirantes roja, pantalones negros pitillos y botas. Paseó la mirada por el local ignorando todas las miradas. La hice un gesto con la mano y ella vino hacia mí. En cuanto se acercó el olor suave y dulce a colonia de mujer me rodeo. Sus ojos verdes se clavaron en mi y su boca dibujó una sonrisa descarada. Desde luego se notaba que no era ni de lejos su primera entrevista, pero yo tampoco me iba a dejar intimidar por una niñata de mi edad. Busqué tranquilamente una hoja en blanco en mi abarrotada libreta mientras ella pedía una coca- cola. Por supuesto no era light, estaba dejando claro que si era así de guapa y esbelta, era por meritos propios, no de la dieta. Ella volvió a mirarme y dejó caer sus largas pestañas negras de rimel. Seguro que estaba acostumbrada a conseguir a todos los hombres que quería, pero a mi me daban igual sus esculturales piernas, su cintura estrecha, su culo... Yo estaba allí para entrevistarla y punto. Sonrió desde el otro lado de la mesa como leyendo mi pensamiento. Esa mujer era un demonio...realmente la tentación.

 

Llegaba tarde para variar. Siempre que me entrevistaban me pasaba horas eligiendo que ponerme y siempre llegaba tarde, pero los estúpidos de los periodistas lo tomaban como un signo de rebeldía por mi parte y yo no les quitaba la razón. La cafetería en la que me habían citado estaba abarrotada, así que cuando entré todo el mundo se volvió a mirarle. Sabía que iba provocativa con la camiseta roja del escote enorme y mi cazadora de cuero favorita, pero después de saber quien me iba a entrevistar no pude evitarlo. Él me hizo un gesto desde una de las mesas de la esquina y me dirigí hacia allí. Sentía todas las miradas clavadas en mi nuca y me arrepentía por momentos de haberme vestido así. Me senté al otro lado de la mesa y le sonreí tan amable como pude, pero él me ignoró por completo. Dios mío...hacía casi tres años que no le veía, pero aún así se me seguía acelerando el corazón. Pedí coca-cola, un poco de cafeína me despertaria y me ayudaría a hablar. Él se había descuidado un momento y su mirada había ido a parar a mi escote. Perfecto, no me había reconocido, pero iba a caer en mi trampa...

 

Dios mío. Me había pillado mirándole las tetas y encima ahora sonreía de oreja a oreja. Realmente era una devoradora de hombres. Cada vez que se movía o se echaba hacia atrás el pelo la colonia me hacía perder un poco el norte. Las uñas largas pintadas de negro, las manos finas y blancas jugueteando con la botella de coca-cola. Mi jefa me había advertido sobre ella, y yo me había jurado a mi mismo que no sucumbiría a sus encantos, pero...los ojos tan verdes, el pelo rubio y largo, la piel tan blanca...Dios mío no me estoy enterando de nada de lo que me está contando...

 

Me está costando mucho trabajo mantener este papel con él, pero ya que no me ha reconocido seguiré un rato más. Cada vez está mas alterado, lo notó, hace rato que no para de borrar todo lo que escribe en esa libreta cutre. No puedo parar de juguetear con la botella, estoy tan nerviosa que mis dedos tiemblan, pero él no parece notarlo. Madre mía...¿por qué será tan difícil decirle quien soy?

 

Ya he terminado la entrevista. Ella me ha contado lo mismo que les contó a los otros. Sigue siendo un misterio. Esta mujer es la escritora más aclamada del momento y apenas parece importarle, está sentada enfrente mio tomándose un café tranquilamente. Todos los ojos del bar están puestos en ella. Su imagen aparece constantemente en la televisión, es lógico que la gente la conozco, pero a ella parece no importarle. Leí su libro antes de hacerle la entrevista. Debo decir que me enganchó hasta el ultimo momento, a pesar de que era una historia de amor clásica(que yo no suelo leer) era tan real que hacía que el corazón te latiera más fuerte e incluso te dieran ganas de llorar en algunas partes.

 

Maldita sea, todo el bar está mirándome. Odio la fama. Yo no escribí ese libro para hacerme famosa, de hecho nunca pensé que me lo publicarían. Lo escribí sólo para él y el muy imbecil está sentado al otro lado de la mesa mirándome como si fuera alguna clase de musa griega. Seguro que ni siquiera ha leído el libro...Continuará

 

 

 

1 comentario

Lore -

Hola wapa!!!
Continuara...Y nos dejas asi??? joe jeje La historia me ha gustado mucho ,a ser verdad,mas que la anterior jejeje¿¿Se volveran a ver??,jejeje tienes que actualizar la otra parte ee jejee
Bueno un beso muy grande y k tQ muxux