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Los Secretos de las Camelias

PESADILLA

 

 

 

 

mano sangrienta

Se despertó bañada en sudor. Era pleno verano y el calor era asfixiante. Se revolvió en la cama inquieta. Pum, pum. ¿Qué había sido eso? estaba segura de que acababa de oir algo. Pum, pum. Algo estaba dando golpes contra el cristal. Su corazón se aceleró. Era una estupidez y lo sabía, pero no quería darse la vuelta. ¡PAM!. La ventana se había abierto y había golpeado la pared. Las hojas que tenía en la mesa empezaron a revolotear por la habitación. Suspiró molesta y se levantó a cerrar la ventana. Había cerrado la ventana y apilado de nuevo todos los papeles cuando vio el cuaderno rojo. Era el que utilizaba habitualmente para dibujar, pero no recordaba haberlo dejado encima de la mesa. La ventana volvió a abrirse de un golpe sobresaltándola. El aire caliente y pegajoso empezó a pasar las hojas del cuaderno. El sudor se volvió frío de pronto y el terror se congeló en su garganta. Todo lo que ella había dibujado había sido deformado. Las caras esgrimían expresiones grotescas de ojos desencajados, labios sangrientos y narices aplastadas. Las imágenes se habían vuelto sanguinolentas y repulsivas. Sintió como un aliento dulzón le erizaba el bello de la nuca y unas garras afiladas le acariciaban la garganta siseando. Esta vez si gritó, gritó hasta que aquellas garras afiladas silenciaron su grito.

 

Se despertó bañada en sudor. La ventana daba golpes con fuerza. Se pasó las manos por el cuello ansiosa. No había rastro de heridas o sangre. Todo había sido una pesadilla. Suspiró un momento dejando que su corazón se relajara. La pesadilla había sido tan real que aún estaba temblando. La ventana volvió a dar un golpe y se levantó a cerrarla. El cuaderno rojo estaba allí igual que en su sueño. Pasó los dedos con cariño por sus tapas rotas y lo abrió. Los dibujos no había cambiado, pero había uno nuevo que no recordaba. La sangre se le congelo en las venas y el corazón dejó de latir por un momento. El dibujo estaba hecho con tinta rojiza fresca. Sangre. Era un retrato. Aparecía ella misma con el cuello sangrando, tal como aparecía en su sueño, y por detrás unas garras afiladas y una sonrisa malévola. En ese momento vio las marcas de la ventana. Seis arañazos sanguinolentos cubrían el cristal. Se estremeció al sentir la presencia a su espalda. Esta vez no era una sueño y no habría escapatoria posible.

2 comentarios

Laura -

No creo que la chica de la historia se merezca pasar tanto miedo...
Me gusta mucho, deberias contarla en alguna fiesta de Halloween XD

lore*** -

Hola wapa!!!
Y yo SI firmo...porque te lo merecees ejje y SI se me han puesto los pelos de puntaa....ami esas cosas me dan un poquito de miedoo jeje y encima sabeer que al final de la historiaa no es un sueñoo...ya mas miedo todaviaa ejje
Bueno pues que decirte que cada dia te superas mas con tus historias y que sigaas igual de bien o mejoor.
tQ muxo wapa
BESOS de lore